sábado, 13 de octubre de 2007

Las tres victorias de Carlos Victoria

Las tres victorias de Carlos Victoria
Olga Connor, Especial / El Nuevo Herald. 7 de noviembre de 2004.

Esta es la semana de Carlos Victoria. Homenajeado en Cádiz y en Miami, por tres libros suyos que están siendo publicados al mismo tiempo, parece que a veces no le sucede nada y ahora son tres triunfos a una vez.
Bien lo merece, porque Victoria es un escritor persistente. Apenas publicó nada en Cuba, donde perdió todo lo que tenía guardado en gavetas en una sola tarde, confiscado por la Seguridad del Estado, y luego, de nuevo, otra tarde en que lo quemó todo antes de salir al exilio. A los 15 años fue premio de relato de ''El Caimán Barbudo'', pero su valía no vino a ser considerada realmente hasta que salió de la isla por el Puente Marítimo del Mariel, en mayo de 1980, a la edad de 30 años. Sembró entonces sus primeros textos en la revista publicada por aquellos escritores y artistas que salieron a la par que él, titulada precisamente Mariel, de la que fue coeditor, y cuyo espíritu vital y germinal fue su gran amigo Reinaldo Arenas.
Uno de aquellos textos, su cuento Halloween, que apareció en la revista en el verano de 1983, tuvo buena fortuna. Traducido al francés por la reconocida escritora parisina Liliane Hasson para la selección anual de ''Le Monde'' en 1985, publicado en su libro Sombras en la playa (Universal, 1992), ahora se reedita en Cádiz como todos los de ese libro, en la antología Cuentos, editor Fabio Murrieta (Aduana Vieja). En Cádiz se le rendirá homenaje durante la reunión de exiliados cubanos Con Cuba en la Distancia, mañana lunes 8 de noviembre a las 9 de la noche, en El Palillero, con el concurso del escritor y editor de Betania Felipe Lázaro.
En la Feria Internacional del Libro de Miami presentará dos libros el sábado 13, a las 10:30 de la mañana El salón del ciego (Universal), y a las 3:30 de la tarde, la editorial Pureplay de Los Angeles dará a conocer la traducción de su novela Puente en la oscuridad, premio Letras de Oro, con el título A Bridge in Darkness.
En la noveleta El salón del ciego, que le da título al libro de relatos publicado en Miami, se desarrolla una trama dramática en la sala de un ciego que sirve cerveza, donde se encuentran bebiendo un padre y un hijo inconscientes de su parentesco. Mientras, horrendos actos de repudio se realizan en las calles del pueblo, y entre el gentío la madre lo busca angustiada, pensando que ellos también serán repudiados, por el telegrama que trae en la mano de su hermana que les reclama por el Mariel. La narrativa incorpora aspectos muy propios del estilo que más caracteriza a Victoria, la del ser en su circunstancia, llevado y traído por caminos que no ha escogido. Es autobiográfico, y Victoria no tiene empacho en confesarlo.
''La familia de mi padre no tenía el menor contacto con nosotros. Uno de los relatos más autobiográficos, más cercanos a la realidad, es El salón del ciego. Yo tomo anécdotas mías y luego las envuelvo en ficción. Pero ésta sí es bastante cerca de la realidad'', explica Victoria. ''En el 94 fui a Cuba a conocer a mi padre, cuando yo tenía 44 años''. La idea de que su tía los viene a buscar es histórica, anota. "Pero en El salón del ciego la anécdota principal es falsa. Y sin embargo, podría haber ocurrido, ya que a mi padre le gustaba mucho beber y a mí también en aquella época''.
También hay alusiones muy gráficas a sus relaciones con amigos en La estrella fugaz, de El resbaloso y otros cuentos (Universal), que es parte de la antología de Cádiz. Guillermo Rosales, Reinaldo Arenas y Victoria, aparecen respectivamente como William, Ricardo y Marcos, uno de sus códigos onomásticos, en un cuento muy alegre y muy triste, sobre la muerte de sus queridos amigos.
Aunque ha publicado tres novelas, La travesía secreta, La ruta del mago y la ya mencionada Puente en la oscuridad, Victoria es reconocido como un cuentista excepcional, como lo fue Julio Cortázar, uno de sus favoritos, pero él, a diferencia de Cortázar es un autor más reflexivo que fantasioso. "Mi literatura es de reflexión. Pero eso también es un peligro y tengo que vigilarme a mí mismo, para que la reflexión no se vuelva un sermón''.
Victoria se empeña en comunicarse con el lector y serle fiel a la autenticidad, valor esencial que define su creación. No es en la forma novedosa o rebuscada, sino en el contenido donde pone la mira. Lo que escribió ya desde el invierno de 1984 en la revista Mariel podría definir su credo estético. "Uno de los objetivos esenciales de la buena literatura, desde Homero hasta la fecha, es poner al descubierto las complejidades del ser humano y sus variadas relaciones con su circunstancia. Donde sólo hay forma no hay literatura''.
Por eso se nota en él una afinidad con autores existencialistas en una época en que éstas no eran lecturas típicas en Cuba, o cuando fuera de Cuba triunfaba el realismo mágico latinoamericano, en los 70. Es la presencia de personajes con un sentimiento de extranjería en la tierra, de una visión desolada y angustiante ante una realidad incomprensible, y en búsqueda de algo que le dé sentido a la vida del ser humano, características de escritores como Albert Camus, por ejemplo.
''Me atraen la mayoría de sus libros, El extranjero, La peste, La caída. Pero lo más curioso es que nunca he visto a Camus como un modelo'', aclara el escritor. "Sencillamente, disfruto de la lectura de Camus, pero lo mismo te podría decir de otros escritores que me gustan muchísimo, y que son totalmente ajenos a mí. Por ejemplo, me encanta Joyce, que es el polo opuesto de lo que yo trato de hacer... Y Camus, puede ser, ya que me lo mencionaste, una de las personas con las que coincido... Un escritor genuino no anda a la caza de influencias, sino de identificación''.
Esa identificación la encuentra en Cuba con Lino Novás Calvo. ''Escribe sobre él mismo y sobre personajes atrapados en situaciones en las que no hay una salida clara'', explica. Pero como lector tiene muchos autores cubanos favoritos, José Lezama Lima, Virgilio Piñera y Alejo Carpentier entre ellos.
¿Cuando Victoria escribía en los 80 no sentía que hacerlo desde Miami era anatema para la gente que vivía fuera de Miami? ''Todavía lo siento'', responde. "Estuve consciente de esa etiqueta en los años 80 y lo estoy en el 2004. Pero no me importa. Yo vivo en Miami, ésta es la ciudad en la que escribo, es mi ciudad''.

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